22 de abril de 2011

La crisis de Inside Job

La hipocresía que desprende cada resquicio del sistema financiero de los EE.UU. es igual de extraordinaria como de inaceptable. Es difícil reflexionar sobre una crisis que le ha cambiado la vida en mayor o menor medida a millones de personas. En un planeta tan globalizado la crisis ha sido total, se ha extendido con un rápido efecto dominó a todos los rincones del mundo.


El germen de todo el desastre está claro: el sistema capitalista y la avaricia egoísta de los especialistas financieros de las principales bolsas mundiales. Los culpables también fuimos nosotros, la sociedad, que sin saber lo que hacíamos nos fíamos en los bancos porque todo el mundo lo hacía y parecía que iba bien. Pero la historia nos ha dado de nuevo una vieja lección y es que no es oro todo lo que reluce. El dinero fácil no siempre es gratis y a veces se ha de pagar a largo plazo.



Más particularmente el origen de todo se encuentra en los Estados Unidos, concretamente en Wall Steet (Nueva York). Es allí donde a partir de los años 80 comenzó esta orgía de especulación sin medida ni regulación gubernamental de ninguna clase. La vinculación entre política y economía cada vez se volvía más significativa en los EE.UU. Con las cuantiosas aportaciones de ciertas empresas privadas a las campañas electorales de los candidatos a la presidencia del país, así como cuando altos directivos o asesores de Wall Street pasan a ostentar cargos gubernamentales, atendiendo a sus propios intereses durante su trayectoria política.

Adquieren una doble cara y entran en un juego donde lo que prima es amasar enormes fortunas invisibles a través de primas, indemnizaciones, inversiones, bonos y estafas legales y permitidas al ciudadano medio. ¿Cómo van a ser ilegales si son los mismos especuladores los que dictan las normas desde el mismo gobierno? El control y la supervisión de dichas actividades son inexistentes, de vez en cuando avanza alguna medida de regulación, pero nada serio. Solo medidas puramente estéticas para mejorar la imagen externa que se tiene del sector financiero pero cuya eficacia es nula.

Incluso antes de la crisis del 2008 hubo economistas que la predijeron con una exactitud extraordinaria, pero nadie les prestó la atención necesaria. Sus críticas y advertencias sobre el sistema vigente fueron silenciadas y desoídas porque era lo que más interesaba. Días antes del desplome financiero global las estimaciones de los paquetes financieros basura eran buenas, rozando la excelencia, 100% rentables. Los analistas cobran miles de dólares por escribir informes que favorezcan la posición de dichos productos y claro, la imagen que se da es inmejorable. Los inversores invierten y los directivos ganan millones y millones por dichas ventas, aun siendo conscientes de que venden y multiplican valores basura.




El desastre es inminente y finalmente todo explota, llegan los gobiernos y pagan. Rescatan a los poderosos con los impuestos de toda la sociedad. Sería irónico si no fuese tan indignante el hecho de que el dinero con el que los contribuyentes pagan sus impuestos o ingresan en los bancos es el mismo que va a parar en masa a las manos de los directivos y también es el mismo que luego sirve para solucionar sus chapuzas mientras nuestras sus fortunas siguen intactas en cualquier paraíso fiscal. Cuando el sistema financiero global se congela por su culpa es a la sociedad a la que le toca apoquinar, perder sus casas, ver menguados sus ingresos o extraviados sus ahorros. Y nada parece detener la caída hacía al abismo, las políticas de rescate no sirven ante tan enorme chapuza y la recesión se acelera y extiende arrasando con cualquier economía que se le ponga por delante.

Los consumidores no consumen, entonces ¿para qué producir? Solo en China ya se han perdido diez millones de puestos de trabajo en fábricas. Nueve millones de casas han sido embargadas en Estados Unidos y la cosa no mejora porque el sistema persiste, capitaneado por criminales sutiles; de traje, cheque y corbata. Las fusiones de bancos y cajas se suceden, en lugar de perder poder tras la crisis lo aumentan, piden disculpas por lo bajo y siguen a lo suyo. “No volverá a ocurrir” dicen mientras el número de parados crece y crece y desestabiliza a países enteros por culpa de su avaricia. Han salido impunes de lo que podría haber sido su final gracias a las “políticas de salvación” encaminadas a que la recesión no acabe con todo y el crecimiento económico global de toda la sociedad continúe.
El legado de esta crisis es claro, después de que nos aseguren que “ha pasado lo peor” solo veo miseria, paro y embargos. Cero juicios, cero arrestos, ni cargos a los culpables ni un céntimo devuelto a los gobiernos que invirtieron miles de millones de los contribuyentes en el rescate de los grandes bancos. ¿Hay derecho?¿Hay justicia? El mundo financiero está vetado al 99% de la sociedad, parece ser tan complicado que solo los ingenieros en finanzas pueden comprenderlo y darle una forma a su gusto y beneficio. Esconderse tras el anonimato de las grandes corporaciones para seguir saliendo impunes de robos millonarios y sistemáticos es una táctica brillante.

Lástima que ahora que somos plenamente conscientes de ello sigamos peritiéndolo solo porque no sabemos por donde ni como empezar a luchar contra ello. Somos tantos los estafados que todavía no intuimos ni por donde comenzar a organizarnos. Desanimados ya por el desencanto de la continuidad asegurada del capitalismo.

2 comentarios:

  1. Encontré tu blog a través de nuestro compartido gusto por Paul Auster y El país de las últimas cosas. Lo encontré muy interesante y me gustaría seguir leyendolo. Saludos.

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  2. Guau :o qué bien escribes. Da gusto leerte :) Y la verdad, que he aprendido bastante. Tengo pendiente ver Inside Job. Vi el principio, pero al no ser muy ducho en temas financieros, tuve que dejarlo para un momento de más lucidez.

    Quién te hubiera dicho, a ti, que escribiste esto el 22 de abril, que unas semanas más tarde estallaría una verdadera revolución :)

    Qué bonito está siendo esto :D

    Voy a seguir indagando a ver si consigo abrirme un blog en el que vomitar todo lo que se me pasa por la cabeza.

    Me ha gustado el tuyo :)

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