5 de enero de 2010


Las parejas se juran amor eterno. Para siempre, reza la sentencia. Estúpida, así suena. Vaga, falsa y engañosa. ¿Por qué prometemos algo que ya desde el principio sabemos incierto?¿Por qué? Quién sabe...tal vez la necesidad de que alguien nos diga que nunca más vamos a estar solos en este enorme mundo que tanto nos fascina y nos aterra de por vida a partes iguales. Es esa necesidad la que se impone por encima de todo lo demás. Porque eso y el que nada es para siempre son dos de las únicas certezas que conviven por ahora con mis dudas. El saberse querido es un bálsamo para el alma que muchos quieren llevarse, aunque sea gratis. Hay veces en las que nos asusta demasiado ofrecer nuestro interior más profundo para obtener algo que podemos lograr a cambio de nada. Bueno no, a cambio de nada no, a cambio de sonrisas, de cariño, de calor, de emociones fingidas. Son demasiadas las personas que llevan el alma tan marcada que no pueden ofrecer nada más de buenas a primeras. El mundo, la sociedad, la experiencia...(las culpas son infinitas) hicieron demasiado daño en ellos, los dejaron lisiados de sentimientos y la convalecencia es larga y dura. Volver a vivir, sin olvidar pero avanzando es complicado, muy complicado. Sabernos protegidos del mundo por esa persona es una recompensa que bien vale para muchos ese cóctel de mentiras entretejidas con imitaciones de emociones sinceras. Luego diremos que no son mentiras, atrévete a llamarlas medias verdades.