14 de noviembre de 2010

Sí No

Llevo todo el día escuchando a Elefantes y con unas ganas de escribir tremendas, de desahogarme con palabras. Como siempre. Me encanta el grupo, sus letras sobre la independencia del ser humano, la evasión en las relaciones, la confusión y los matices que tienen me pierdan. Si, igual es por lo que me identifico tanto con sus canciones, tanto que me las repito incansable, y me muero cada vez que intento descargarme su discografía completa y no puedo.

Últimamente mi vida no va mucho, o sí, según como se mire se puede ver de dos formas: La primera como un limbo en el que no pasa nada, y lo que ocurre, ocurre por inercia, sin fuerzas. La segunda es la visión en la que si que pasan cosas, el punto de vista en el que no paran de sucederse hechos medio borrosos pero intensos a la vez, más bien no se como expresarlo. 

Hay días más cercanos a la primera y otros a la segunda, pero supongo que será como todo. Me refiero a un plazo relativamente corto, digamos que desde que empezó el curso en general y desde hace unas semanas en particular. He empezado a darle vueltas a todo ese rollo estúpido que el capitalismo y el permanente bienestar de la sociedad occidental nos a vendido. Me refiero al ¿qué hago?¿quién soy?¿por qué soy así?, y planteamientos inconsistentes de esa clase. Si no hubiese visto mil películas en las que fuesen el tema más recurrente de la trama principal ahora no me haría esas preguntas. Hacia rutas salvajes, El Club de la Lucha, etcétera y etcétera, por poner solo un par de ejemplos... ¿sabéis ya por dónde va la cosa? Es ese momento en el que la insatisfacción de no saber muy bien qué o el aburrimiento de la vida tranquila que te empuja a hacerte preguntas estúpidas en una primera fase. Luego la cosa oscila entre volver a la normalidad o emborronar tu identidad con señas nuevas que puedan ir configurando la evolución de tu personalidad por culpa de tu forma de reaccionar ante todo tu entorno, factores externos y esas cosas. Una lío enorme vamos.

Aun me quedan muchas cosas por decir, pero las tengo todavía enmarañadas y no se muy bien como sacarlas para hacerlas entendibles incluso para mí misma. Así que ahora tengo dos opciones, o enterrar las ideas nuevas inconexas o prestarles atención para que la indiferencia hacia ellas no me anule (más). La segunda no es agradable, comodidad frente superación de los estereotipos que arrastras de largo. Vaya, y siguen llegándome más y más abstracciones sin fundamento mientras escribo. He dicho.


Voy a tener que hacerte entender que acepto el error como quien ve llover.