13 de diciembre de 2009

se tu (:


Hoy no fue bien, fue un día bastante raro. Todos me dieron ánimos y suerte en algo que realmente no hacía falta: La entrevista de mañana. Si, bien, tengo asumido que esas personas quieren hablar conmigo. Cuando me conozcan posiblemente caigan en la cuenta de su error, pero eso no es ahora lo más relevante. O sí, según como se mire...La cosa por ahora no me preocupa demasiado. Si sale bien, genial y si no (que es lo más probable) podré seguir adelante entreteniéndome con otras cosas. No es eso a lo que le doy vueltas en este instante. No. Lo que me preocupa realmente es mi ineptitud y mi incapacidad para abordar determinadas cuestiones. Veremos...pero en fin ¿qué se le va a hacer? Ni siquiera he tanteado la posibilidad de amargarme por una chorrada así, jáh...ya les gustaría. Así que yo sigo aquí, me da igual lo que me echen porque yo voy a poder con ello (y más).


El optimismo ha de imponerse siempre sobre todo y ante todo. Una cosa es ser optimista y la otra soñadora (que tampoco está de más), pero sin duda alguna el optimismo combinado con mucho realismo y algo de imaginación es una de las mejores cualidades para sobrevivir y más que nada para lograr tus objetivos, para sonreír cuando tendrías que llorar, para ser más fuerte que la vida. No quiere decir que no haya espacio para las lágrimas, pero limitado y controlado, lo último que queremos es que puedan con nosotros ¿no? eso estaría de más. Lo que hay que hacer cuando nos vemos abocados al llanto es dejarle que fluya por dentro, que nos limpie a fondo el corazón, que se lleve las penas y la impotencia que no necesitamos y que nos renueve, sobre todo que nos renueve. Hecho esto dices: cuando cuente tres dejaré de llorar. 1, 2, 3...y zas sonríes. Porque tú y solo tu eres dueño de tus sentimientos y nada ni nadie debe interferir para que esto cambie.