23 de septiembre de 2009

Fuego

¿Y por qué no?- me he dicho. ¿Qué hay de malo en escribir sobre el fuego? Normalmente me asaltan miles de ideas, de textos, de historias,...
Cuando cojo papel vuelan misteriosamente de la cabeza, me cuesta tanto escribir como pienso, es una sensación algo rara y ajena. Como de que se me olvidan las cosas y me deja muy muy intranquila. Bueno, neuras aparte: el fuego. Científicamente lo único que se es que es una especie de reacción química, o algo así, no me pidáis más. Lo que se sobre el fuego es que es cálido, caliente, ardiente. Transparente y colorido. Cruel y desgarradoramente hermoso, incluso mágico. No miento cuando reconozco que más de una vez el estupor más ensimismado del mundo me ha invadido cuando contemplaba esta "reacción química". Reacción química me parece poco para describirlo, son palabras bastante vacías que a primera vista no me dicen nada, me son bastante alienas por ahora. Yo, personalmente, prefiero llamarlo "reacción poética", porque ¿cómo una cosa tan simple puede inspirar tanto?¿Acaso nunca habéis deseado ser parte del fuego y bailar con él? Sumaros a su danza imposible de chispas y llamas livianas. Ser una parte más del todo de una insignificante hoguera que ante tus ojos se transforma poco a poco en algo cercano al paraíso. El respeto que me impone la destrucción que ocasiona con su incontrolada furia es enorme. Más que respeto tal vez sea admiración, admiración a su indomable poder. A su tremendo e inigualable poder. Desde tiempos inmemoriales ha sido un todo. Le han rendido culto, ha hecho avanzar a la humanidad, al mundo. Al mismo tiempo que con su ira colérica a arrasado bosques y ciudades, ha luchado en guerras, ha muerto en el mar, ha sido. A veces traidor, otras salvador. Ambiguo, incontrolado, misterioso, atrayente, destructivo, contradictorio y necesario. Como tantas veces hemos deseado ser todos. Bueno, o al menos yo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario