19 de marzo de 2011

Un texto que tenía por ahí, de hace bastante. Un resumen de la vida, ahí va.


Mario sale del trabajo a las seis aunque siempre consigue escaparse un poco antes. Laura sale a las siete pero disfruta con las horas extra que nadie le paga. Mario prepara la cena y Laura come cualquier cosa que encuentra por la cocina. Él la va a buscar muchas veces y ella le responde que no puede salir todavía, que le queda trabajo. El mes pasado decidieron irse a vivir juntos. No fue algo premeditado, simplemente se les ocurrió a los dos al mismo tiempo y pensaron que tal vez no fuese tan mala idea. Les advirtieron de que quizás fuese algo precipitado, pero ellos no son de los que se preocupan por esas cosas.

Son más bien esa clase de gente que se preocupa por el ahora, de los que discuten únicamente por las tonterías que convierten lo cotidiano en un infierno. Se disputan los sentimientos en arenas movedizas solo cuando comienzan a aparecer islas interiores y es absolutamente necesario. El resto del tiempo lo usan en vivir sus vidas. Pero hablan, en los segundos libres y en los medio ocupados. Les amanece conversando. Las madrugadas son tibias y agradables si hablan de luces apagadas, de sueños y de las verdades que aun los mantienen libres.

Pretenden confundirse, pero se conocen tan bien que nunca lo consiguen. Los sentimientos se entremezclan y se funden mientras siguen sumergidos en su mundo divino, aun en la ciudad de lo mortal. Condensan las almas en un día y en un lugar. No les importa gritarse hasta que se mueran, sufriendo hasta lo indecible con el daño que le hacen al otro aun sin quererlo. A eso le llaman discutir, al daño involuntario que se hacen de tanto como se aman.

Un día Laura decide tomarse un tiempo y desaparecer y Mario se queda allí solo, esperando poder permitirse rehacer su vida. Con cara triste y ojos vacíos, esperando lo inesperable. No puede olvidarse de esa forma de ser suya. No del todo una obsesión, era un magnetismo particular. Una corriente que lo inundó todo y la hizo convertirse en la prioridad de su vida, casi de la noche a la mañana. Pero ahora queda nada, o casi. Toca salir, mirar, disfrutar y olvidarse en pequeñas dosis del pasado.  

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