7 de septiembre de 2010

Riesgos, riesgos, riesgos...

Últimamente me estoy dando cuenta de que mis entradas veraniegas no tratan ningún tema en particular, más bien son divagaciones sin ton ni son. Posiblemente producidas a causa de las interminables horas de calor y aburrimiento que he de soportar (casi)todos los días. Este hecho me hace sentir bastante mediocre, la verdad. Me siento un poco inútil si no hago cosas "de provecho" durante días e incluso tengo ganas de que empiece el curso. Eso si antes no me he muerto de envidia hacia mis odiados queridos amigos que estudian fuera de sus casas. Pero chorradas aparte, tengo tanto tiempo para pensar que se me derriten las ideas de tanto darles vueltas. Como suena. No es que me aburra, la verdad. Tengo mil blogs que leer, películas y películas que ver y re-ver y otros tantos libros esperándome. También me dedico últimamente a rescatar libros de texto medio olvidados con temas que no había visto o simplemente me dedico a escribir lo primero que se me pasa por la cabeza. Aquí también me surge un problema bastante significativo. Cada vez me convenzo más de que lo mio son los mini-micro relatos ya que me cuesta incluso pasar más allá del par de folios. Me da miedo fastidiar algo que me gusta. Me pasa cuando escribo y me pasa en casi todos los aspectos de mi vida. Me da miedo estropear las cosas que llevo bien o que me hacen sentir bien. Hay veces en las que pruebo a arriesgarme a ver si las mejoro, pero no suele dar resultado. Más bien suelo meter la pata, pero hasta el fondo y dejarlo todo peor que al principio, y de capa caída. Voy a poner un ejemplo:

Acabas de aprender a esquíar y te gusta mucho, no habias disfrutado tanto en mucho tiempo. la velocidad, la brisa helada, la montaña inmensa, el sol brilla suave en el cielo y te sientes más libre que nunca. El segundo día decides que quieres más y más y te tiras por una pista negra. Te rompes las dos piernas y un helicóptero te ha de rescatar del precipicio por el que te has despeñado. Además tienes que pagar tres mil euros de rescate.

Vale, pues lo mismo pero en la vida real, que arriesgarse mola mogollón pero las facturas del después duelen y no poco. Sin embargo antes de partirte ambas piernas y quedarte casi paralítico estabas disfrutando de verdad. Realmente te sentías bien ¿no? Pues ahí esta la cosa en saber si vale o no la pena el riesgo. Para unos sí, para otros no. Yo, personalmente siempre le tengo un respeto tremendo a eso de ser un poco inconsciente y romper con todo sin mirar las consecuencias, pero en el momento de la verdad me siento tan bien que no espero que nada pueda salir mal, y ahí es donde todo se tuerce. Aunque se me olvide hasta la próxima vez que la vuelvo a fastidiar, consciente o inconscientemente.



P.D. Felicidades Diego (y dobles).

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