23 de mayo de 2015

Serà dia que durarà anys

Hace cuatro años que actualicé por última vez este pequeño rincón de traumas postadolescentes, a tres semanas escasas de las elecciones generales de 2011. Con la incertidumbre por bandera y la inquietud política en fase de combustión. Aprendiendo de todo y todas a la vez que me desencantaba de la vida -a ratos-.

El miedo, la inseguridad y la falta de confianza, o simplemente pereza me alejaron de la palabra escrita durante demasiado tiempo. Todas las palabras que no escribí, los relatos que jamás publicaré, las historias que jamás cobrarán vida. No van a volver a mí estos cuatro años casi silentes, carentes de palabra escrita, hambrientos de vida y de opinión más allá de lo que divago en alguna libreta. Tras mucho pensar he decidido retomar las riendas del pensamiento y plasmarlo en algún lugar. Puede que hoy sea este blog, puede que mañana sea un ensayo o puede que mañana decida no volver a escribir jamás. 

La idea llevaba meses, quizá un año acosándome cada vez que leía maravillas ajenas en la red y hoy, día de "reflexión" he decidido volver a materializar lo que me ronda. Lo que ahora firmo es una declaración de intenciones más allá que un artículo o algo que se tome con sentido. Se trata de mi necesidad de escribir plasmada, al fin y resuelta tras tanto tiempo de impotencia, miedo o falta del empuje final. 

¿Por qué? Ni yo me entiendo, ¿por qué ahora? el día es clave, lo llaman jornada de reflexión, ¿por qué?¿de qué se trata?¿vamos a cambiar nuestra ideología o papeleta por disponer de 24 horas supuestamente neutras antes de enfrentarnos cara a cara con lo que se mal llama democracia? Ha sido la primera vez que un tema de opinión pública como las elecciones me han llevado a decir basta. Necesito que se me escuche más fuerte, necesito escribir sobre todo lo que me rodea para poner mis ideas en orden, compartirlas, debatirlas y discutirlas, incluso quizás cambiarlas. 

Pero estoy cansada, harta, agotada. Siento vergüenza ajena cada vez que alguien enciende un televisor por error. Me duelen las noticias, pero más me duele la forma de darlas. Me molesta la total falta de ética periodística y de valores humanos que la mayoría de medios han adoptado por bandera. Pero más me duele callarme todo, por egoísmo y no ser capaz de desentrañar las marañas de mi mente para formarme un punto de vista claro -pero siempre abierto a la variable-. 

Así que ahora, y desde hoy. 
Se acabó el desarraigo por la vida.

He vuelto.



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